6/1/12

TAMBIÉN EL SILENCIO

No podría determinar con precisión si fue Juanito, nuestro entrañable amigo, o Borges, quien nos incitó y sumergió en ese sopor desprovisto de palabras. De Borges podría entenderlo, abrumándonos con su incansable, aunque cálida, erudición. De Juanito, para el caso en que sea cómplice o absoluto responsable de este enmudecimiento en el que hemos estado sumidos durante meses, podría atribuirlo a su influjo chamánico, innegable y contundente, una magia jaguar en cuya órbita hemos sido absorbidos, pero que parece enseñarnos que también el silencio cuenta, también la criogenia de las palabras que se han atesorado por días es necesaria para el diálogo. Bastó con que sus imágenes nos zambulleran en una especie de piscina romántica y dionisíaca, para que nosotros, antes batracios, comenzáramos a desarrollar branquias y nos convirtiéramos en peces alados de un cielo de revés, allí donde no son necesarias las palabras, donde también el silencio. O a lo mejor fue nuestro cónclave en junio de 2011. Después de eso, callamos, qué curioso. Aunque yo, ahora con la pericia de un escualo en estas procelosas aguas, comienzo a percibir ciertos hervores desde el magma de estas profundidades, no como esos hervores volcánicos en ciertas islas españolas del atlántico africano, aunque sí desde el interior indómito de todo ser humano. Hace unos años, y desde un interior semejante, escribí los siguientes versos, con los que concluyo:

"Es hora, es tiempo ya, de una buena
zambullida en dirección contraria.

Nos duele periscopio el hambre de desmán"

No hay comentarios:

Publicar un comentario