17/5/11




Sé con el frío o el calor, con el hálito, deberíamos haber vengado las muertes pero adoramos el vacío subrepticiamente y con una ortopedia verbal mayor en dimensiones y en predicados que antaño "cuando existían las horcas". El desierto no es el vacío, es el desierto, atrás anaranjado en las palabras de Valente. La idea que se ha hecho el hombre del vacío es la misma con que fustigan las madres a sus niños, amenazándolos con no darles de cenar o con que el coco vendrá por la noche.

"Pero hubo una vez en que no existía nada de esto, una vez en que fuíste libre y salvaje
y capaz de matar." H. Miller.

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